El temazcal no es un baño de vapor.

El temazcal es un ritual en el cual creamos un espacio para convivir con lo sagrado ya que ahí está presente la energía creadora y renovadora de la Madre Tierra, hacemos presente a nuestros ancestros porque reconocemos que somos ellos e ingresamos un entorno obscuro para inhabilitar a los sentidos de tal forma que se haga posible entrar en contacto con nuestro Ser, con nuestro espíritu.

En el temazcal ritualizamos diversos símbolos que conectan la conciencia con nuestro momento presente de vida. En este sentido al ingresar al vientre de la Madre Tierra tomamos la oportunidad de evaluar la forma en que estamos viviendo, este es el motivo por el cual ingresamos al temazcal sin pertenencias personales y con un mínimo de ropa para reconocer que nosotros somos la tierra, para darnos cuenta que todos los seres humanos estamos hechos de lo mismo y que el calor, la energía y la medicina es igual para todos.

En el temazcal ritualizamos también el origen de la vida, donde todo comienza y de donde todo parte. Esto se logra a través de mezclar agua y fuego, dos elementos opuestos que se complementan, que se equilibran.

Los árboles que se alimentaron con energía solar conservaron el fuego que vino desde la bóveda celeste, esta esencia solar es transmitida a las piedras que emergieron del interior de la Madre Tierra, de su corazón. Con fricción se genera el fuego para que nuevamente las abuelas piedras cobren vida.

El agua, al entrar en contacto con las piedras vivas genera vapor cargado de minerales, los cuales respiramos y entra en contacto con nuestra piel, por ello decimos en la tradición que en el temazcal el vapor surgido de este encuentro se transforma en un abrazo cálido que nos da nuestra madre.

Atlachinolli “agua quemada”, es punto de expansión, de creación, de intercambio y de generación espontánea. Las piedras, al recobrar vida con el fuego transmiten por medio del agua su memoria para que entendamos lo que es la vida, para reencontrarnos con lo esencial que es ser parte de la naturaleza, que lo realmente importante es vivir con un propósito.

Al entrar al temazcal ingresamos a donde todo comenzó. Es un espacio dispuesto para recibirnos con todo el amor que una madre puede tener para sus hijos y que con compasión se encuentra el perdón, la verdad, la paz y la tranquilidad.